Equipo de investigadoras de nuestra Facultad se adjudicó proyecto del Fondo de Investigación de Bosque Nativo

Investigadoras se adjudican Fondo de Investigación de Bosque Nativo

Este proyecto de dos años que tiene un financiamiento de 57 millones de pesos busca conocer los mecanismos a través de los cuales la alteración de hábitat, producida por el cambio climático y el cambio de uso del suelo, afecta la capacidad de regeneración de Nothofagus macrocarpa (Roble de Santiago o Roble blanco), además de evaluar el rol de los hongos ectomicorrícicos en la regeneración de la especie.

En esta iniciativa liderada por la Dra. Julieta Orlando participan como co-investigadoras la Mag. María José Dibán, quien actualmente es estudiante del Doctorado en Ciencias mención en Ecología y Biología Evolutiva de nuestra Facultad, la Dra. Javiera Chinga y la Dra. (c) Carla Rivera, ambas investigadoras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

“En particular, se busca proponer la variación en la comunidad de hongos ectomicorrícicos como uno de los mecanismos que permite predecir los efectos de la alteración de hábitat sobre la capacidad de regeneración de poblaciones de N. macrocarpa. Por lo tanto, se van a estudiar cuáles son las alteraciones de hábitat que se encuentran en los bosques del Roble de Santiago, cuáles son los hongos ectomicorrícicos que se asocian a esta especie, y su rol en la germinación de semillas”, afirmó la Prof. Julieta Orlando. 

El Roble de Santiago es un árbol que habita en las cumbres de la Cordillera de la Costa entre la V y VI Región, y en algunos sectores de la Cordillera de Los Andes en la VI Región colindando con la VII Región, en zonas aisladas entre una y otra roblería. “Puede formar bosques casi puros de esta especie, o formar bosques mixtos con el Bosque Esclerófilo en las zonas más bajas o quebradas más húmedas de los cerros. En su distribución norte habita en zonas donde reciben neblina costera, y nieve en invierno, conformando un microclima propicio. Es la especie que se distribuye más al norte de todo el género Nothofagus y actualmente se encuentra catalogada como Vulnerable debido a la pérdida de hábitat, incendios forestales y cambio climático. Todas estas alteraciones del hábitat pueden estar influyendo en la baja regeneración natural registrada para la especie en sus poblaciones más nortinas, Región Metropolitana y Valparaíso”, detalla María José.

En este sentido, agrega que el género Nothofagus tiene asociaciones ectomicorrícicas obligadas, esto quiere decir, que sus raíces se asocian en beneficio mutuo con algunos grupos de hongos que le permiten crecer más vigorosos, resistir a condiciones ambientales hostiles, los protegen contra patógenos e interconectan los árboles por debajo del suelo. “Es por ello, que consideramos fundamental evaluar cómo estas asociaciones han sido afectadas por la alteración de hábitat y si al potenciar esta asociación, al momento de la germinación, puede ayudar a la regeneración de la especie” acota la estudiante del Doctorado EBE.

En este contexto, añade que van a abarcar el rango de distribución de la especie, es decir, entre la V y VI Región, donde seleccionarán cuatro sitios de estudios con distinto grado de perturbación antrópica. “En cada uno estudiaremos el estado de la comunidad de hongos ectomicorrícicos y la regeneración natural del Roble de Santiago, junto con evaluar las variables edáficas y enzimáticas del suelo. Además, nos llevaremos semillas y muestras de hongos ectomicorrícicos para evaluar el rol de estos últimos en la germinación y sobrevivencia de la especie. En paralelo se realizará un análisis por medio de imágenes satelitales para evaluar el grado de alteración de hábitat que presenta cada sitio según el uso de suelo, fragmentación, distancia a los centros urbanos”, explicó María José Dibán.

Desde el punto de vista personal, la estudiante de la Facultad de Ciencias reconoce que este es su primer proyecto adjudicado en conjunto. “Es un hito en mi carrera profesional que servirá como hilo conductor y de financiamiento para la investigación que llevaré a cabo durante mi doctorado. Valoro mucho la colaboración que se está generando con este proyecto, no solo con el equipo de trabajo, sino que también con académicos/as de otras Universidades. Este proyecto representa un gran desafío, ya que hay que integrar conocimientos a distintas escalas y los resultados obtenidos deben ser aplicables para detectar grados de alteración de hábitat para N. macrocarpa, y que estos puedan ser una herramienta a considerar en la toma de decisiones para la conservación de esta especie de la zona central de Chile”, destacó María José.

Finalmente, María José valoró el hecho de compartir el desarrollo de esta iniciativa con la Dra. Julieta Orlando. “En el año 2019 tuve la oportunidad de comenzar a trabajar en el laboratorio de Ecología Microbiana, donde comencé a aprender las técnicas que se utilizan para extraer ADN de los hongos con los que trabajo. Desde el comienzo de nuestra colaboración, destaco la disposición y preocupación que la Dra. Orlando tiene con todos(as) sus estudiantes, buscando siempre darles nuevas oportunidades que garanticen su aprendizaje. Trabajar en un proyecto con ella es una gran oportunidad para aprender de su vasta experiencia como profesional y como microbióloga”.

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