Esta semana en Japón, con la Ceremonia de la Paz, conmemoran el Octogésimo Aniversario que recuerda a las víctimas de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, producto del bombardeo atómico que experimentaron ambas ciudades el 6 y el 9 de Agosto de 1945, respectivamente.
Efectivamente, el 6 de agosto de 1945, a las 8:15 a.m., con el avión estadounidense B-29 se lanzó la primera bomba atómica, denominada Little Boy, sobre la ciudad de Hiroshima, un arma nuclear que devastó a la población civil, en un suceso que causó la muerte de aproximadamente 140.000 personas y dejó secuelas devastadoras en la ciudad y demás habitantes. A su vez, tres días más tarde, la segunda bomba atómica denominada Fat Man, lanzada sobre la ciudad de Nagasaki, causó alrededor de 40.000 muertes y más de 25.000 personas heridas. Posteriormente, varios miles morirían debido a los efectos de la radiación y las secuelas de las heridas causadas.
Sin embargo, a pesar del daño físico y moral que causó esta terrible tragedia, no doblegó el espíritu resiliente de este pueblo milenario, que supo levantarse y transformarse en un ejemplo para encauzar la paz y abogar por el término del uso de las armas nucleares en contra de la humanidad.
En lo personal tuve el privilegio de ser invitado por el Gobierno de Japón a través de su Agencia de Cooperación Internacional, a conocer y estudiar el desarrollo que habían estado desplegando sobre el cuidado del medio ambiente y los progresos en materia de prevención de la contaminación atmosférica, mientras dirigí el Centro Nacional del Medio Ambiente. Esta gran oportunidad que me brindaron en realizar tal comisión de estudio, me permitió conocer el estado del arte de la labor científica que realizaban en diversas universidades Japonesas, Centros de Estudios Meteorológicos y en el National Institute for Environmental Sciences en Tsukuba, cerca de Tokyo. Fue en ese recorrido que me brindaron la oportunidad de llegar a Hiroshima y conocer la renovada ciudad que reconstruyeron tras el desastre experimentado. Poder apreciar la belleza y la dedicación que pusieron en reconstruir esta ciudad, venciendo todo tipo de obstáculos en un proceso complejo de reconstrucción social y físico, han mostrando al mundo que con trabajo, dedicación y abnegación se puede comenzar de nuevo, y transformar un sitio de la mayor devastación hecha en la historia de la humanidad, en un permanente sitio de reflexión sobre la importancia de la paz y del necesario desarme nuclear. Es con el ejemplo que resurge esta población, mostrando al mundo una verdadera compasión hacia la misma humanidad, para no repetir una experiencia tan devastadora en nuestra propia especie.

Como en muchos lugares del planeta, que siguen conmovidos por tan aterradora experiencia y bien dispuestos a buscar formas más propiamente humanas y éticas de resolver nuestros conflictos desde la racionalidad, la tolerancia y la compasión, preservando el derecho a vivir en un mundo de paz, es que nos sumamos a esta humanidad y hacemos llegar nuestro saludo a la Embajadora de Japón en Chile, Sra. Ito Takako, en la conmemoración de este Octogésimo Aniversario, que nos permite seguir recordando un hecho que no puede ni debe volver a repetirse en la historia humana.
Santiago, 6 de Agosto de 2025

